Jueves noche... Lo que daría por estar en mi adorado bar, ese pequeño rinconcito oscuro,acogedor donde les haya, en el cual suena siempre aquello que deseas oír en cada momento,una canción melancólica y tierna, o quizás una arrebatadora,llena de energía y carácter, un gran éxito, o esa que te invita a llorar,abrazado a tu copa y tus amigos... Da igual lo que suene, por algún extraño motivo, siempre son los acordes adecuados los que rebosan tus sentidos y te bañan de buen rollo...
Muchos días bromeo con la idea de que podría vivir allí para siempre... Puesto que paso la mayor parte de mis momentos felices entre esas cuatro paredes de madera y espejos, sólo me harían falta un par de libros y mis kilos y kilos de ropa... Por lo demás, allí duermen mis recuerdos, allí me rodeo de mi gente, allí aprendo a ver más allá en las personas, allí no tengo miedo a decir lo que pienso o a emborracharme y bailar sobre el arcón de madera, me atrevo a estar en silencio durante horas, a llorar desconsoladamente en los brazos de quien me quiera escuchar... En mi bar soy yo, en mi bar observo embelesada al camarero más guapo del mundo sonreír, me encierro en el baño a retocarme el maquillaje mientras mi cabeza se llena de pensamientos ilógicos... Sólo ese lugar, que supone algo ínfimo en el globo terráqueo, me ha regalado algo tan bonito como una amistad sin límites, y me ha enseñado a creer en que el tiempo lo cura todo... hasta un corazón herido y desencantado como el mío.
Por eso uno de mis primeros escritos, se lo dedico a mi bar, que no es tanto un lugar, sino lo que éste supone y dentro de él encuentro... Después de apenas un año, se ha convertido en mi segunda casa, junto con mi caja de sonrisas particular; no hay nada mejor que abrir esa puerta con seguridad, y adentrarme en otro mundo una noche más...
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