Hoy huele a fresas con chocolate en mi mundo.
Suena el tic-tac del reloj, mi respiración aburrida. . .
Estoy sola, frente a una pantalla fría y cercana al mismo tiempo, como tantas noches: sola.
Hoy algo ha cambiado, no es el olor, ni los sonidos huecos que inundan este lugar.
Tengo miedo. Miedo. Curiosa palabra.
No es el temor fruto de una edad llena de altibajos, dudas, desesperanzas...
Es el miedo que cala en tus huesos y se introduce en ti, es un miedo que te reta a llorar, a suplicar sabiendo que nada ni nadie podrá ayudarte. Va y viene, ¿Por qué? te repite constantemente, ¿Qué harás ahora? . . .
Entonces yo dudo de poder combatirlo sola, puesto que es un miedo tan distinto que... Que solo una persona supo luchar conmigo... Aquella noche, hora tras hora, curando mi corazón malherido, creando brillante y pura luz en las tinieblas.
Ahora ya no está.
Te has ido sí. . . Ojalá supieras cómo me siento, justo en un instante como este,un instante tan igual y tan distinto a todos los demás.
Y mi miedo tiene causa, motivos y difícil solución. Y mi miedo reside en observar cómo mi mundo con olor a fresas y chocolate se derrumba, y todo lo que siempre he amado, se va para siempre con él.
[[ Mi viaje comenzó como aquello que no se planea, un día cualquiera, en una ciudad que siempre odié.
Con una maleta llena de sueños viajaba yo, dejando en el andén las pesadillas, el temor a despertar.
El viento me transportó por parajes quiméricos, me protegió de mi misma, el viento me devolvió el aliento: tú conoces el camino, no todo está perdido, solo escucha mis silbidos. . .
Hubo tiempos en los que deseé dejar de caminar, cansada, harta de no saber a dónde iba, creyendo únicamente en aquellas señales infinitas, invisibles, las cuales no podía tocar cual se toca la piel de quien te ofrece su mano...
Aún sigo viajando, aún veo el mundo con los ojos de ese viento. Y no sé si estoy dispuesta a fingir ser un fénix por última vez. . .]]